La Batalla de Covadonga: En el año 720 toda la Península Ibérica ha sido conquistada, ¿toda? ¡no! un reino de irreductible cristianos aguanta implacable al invasor musulmán.
Ha pasado una década desde la entrada de las tropas árabes en la península y ya no queda rastro del antiguo reino visigodo, derrotado en Guadalete. El avance es imparable y los últimos reductos cristianos están muy amenazados, pagan grandes tribus a los nuevos señores. En estas circunstancias, Don Pelayo se alza de nuevo en armas y provoca una rebelión que dura algunos años y sera muy importante.
En este año, las fuerzas del Al-Andalus envían un contingente de hombres para sofocar estas revueltas, derrotan a Pelayo y este se ve obligado a retirarse a las montañas con un ejército de menos de 300-500 hombres. Éste se mantuvo con sus hombres en un estrecho desfiladero y dejó que los musulmanes se adentraran, para luego comenzar una lluvia de proyectiles y de piedras sobre éstos. Los árabes no pudieron desplegarse y tuvieron graves bajas.
Tras esto los astures lanzaron una carga a pie, hubo importantes luchas cuerpo a cuerpo.
Tantos proyectiles hicieron decaer la moral de los soldados musulmanes, que iniciaron la retirada desordenada, donde aumentaron sus bajas y el propio comandante de éstos, Al-Kama perdió la vida en la refriega.
Hay que decir que los cristianos se refugiaron en última estancia en una cueva ( que se puede visitar) y desde ahí lanzaban flechas a los enemigos, pero que también tenían bajas.
Don Pelayo siguió el ataque hasta que hizo retirarse al enemigo de Gijón, tras esto los combates acabaron. Aunque esta batalla esta llena de leyendas, se sitúa entre primavera/verano del año 722.
Las bajas en ambos bandos no son fiables. Esta batalla tuvo un papel vital, pues permitió la supervivencia de núcleos cristianos y el inicio de la reconquista. A esta resistencia del Reino de Asturias, se le unió pronto la resistencia de gallegos y vascos.

Don Pelayo arengando con la cruz de la victoria a sus soldados que lanzan flechas y piedras contra sus enemigos. Crónicas medievales dicen que las tropas cristianas estaban bendecidas y protegidas por la intervención divina.

Estatua de Don Pelayo con la Cruz de la Victoria, símbolo de Asturias.
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